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Videojuegos: los malos de la película

Y ahora toca la demonización de los videojuegos desde una perspectiva nueva: son los padres los que, «enganchados», abandonan sus deberes paternales para con sus vástagos.
Acaba de salir en los medios de prensa españoles, tras aparecer en CBS Los Ángeles, que una pareja que vivía en el umbral de la pobreza (o en la pobreza directamente) tenía desatendidas sus hijas por estar todo el día jugando al WoW. Podemos pensar que es de pago y de algún lado saldría el dinero, pero es lo mismo que suponer que los muy pobres no se drogan o no consumen ni comen. Pero vinculo a la novedad de que la prensa, leamos la sociedad en su conjunto, dota a los «videojuegos», en sentido general, de un poder supremo al haber absorbido a los mayores de sus deberes sociales.
Desde luego, comienzo a pensar que la gente que escribe en los medios de prensa no conoce en absoluto el universo del videojuego (mucho tampoco saben nada de fútbol ni de toros, y están todos los días retransmitiendo), lo que en parte es normal, que la sociedad tampoco (ni ganas parece ser), pero que es cierto que han encontrado una nueva «droga»: los videojuegos.
Mira que no veo yo a este par de individuos irresponsables y con problemas psicológicos reales, encerrando a las hijas para estar jugando todo el día a la expansión Kingdoms-Crusaders del MTW II. Imaginemos un diálogo:

-¿Cómo? ¿Qué hace ese ejército veneciano a las puertas de Constantinopla?
-Maldición, no es posible. Vaya, si es 1204… ¿Tienes por ahí algún tipo de catafracta a mano?
-No sé, voy a ver si recluto a milicias en Nicosia…

Pues eso: que la demencia tiene causas diversas. Y ya puestos a frivolizar con el tema, imaginemos a las pobres crías (que es lo verdaderamente grave del asunto) diciendo:

-Mira, como no nos dejan línea, vamos a echarnos una partidita a las tabas, como hacían nuestros ancestros en la etapa republicana de Roma…

Puestos a decir disparates, internet se nos quedaría corta.
JF Jiménez

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